Una confesión: Odio escribir sobre el 8 de agosto de 1978.
¿Por qué? Porque me hace recordar que ocho integrantes de MOVE aún están en prisión, 36 años después de los eventos de aquel 8 de agosto en Filadelfia.
Por un lado, los hombres y mujeres de MOVE son presos modelo y deberían haber salido bajo caución en 2008 [cuando cumplieron su mínima sentencia]. Por otro lado, si fueran cualesquiera otras personas, su salida hubiera sido aprobada desde hace muchos años.
Ellos están en prisión ahora precisamente porque son integrantes de MOVE ––el mismo motivo por el cual fueron encarcelados en primer lugar. Así que tienen un castigo doble por su manera de pensar y sus filiaciones, por aquellos aspectos de la identidad de una persona supuestamente protegidos por la Primera Enmienda.
Pero el encarcelamiento continuo de la gente de MOVE no tiene nada que ver con la Constitución, sino con la política. Muchos políticos han llegado a ocupar altos cargos de gobierno debido a la persecución de MOVE y ellos desean mantener su poder.
Y sacrificadas por esas ambiciones están las personas reales y honradas, como Eddie África, Janine, Phil, Janet, Delbert, Debbie, Chuck y Mike África. Abuelos, padres e hijos. Abuelas, madres e hijas. Personas auténticas. Mujeres y hombres hermosos, buenos y dignos.
Hay otra razón también por la cual odio escribir sobre el 8 de agosto de 1978. ¿Cuántos de ustedes saben que por lo menos cuatro de los presos de MOVE ––todas las mujeres y por lo menos un hombre, Eddie África–– nunca fueron encontrados culpables de cargos de portar armas. Estamos hablando de por lo menos cuatro de las personas acusadas de disparar a un policía, matándolo. Tal vez hay más.
Odio escribir sobre el 8 de agosto de 1978 porque me da mucho coraje. Y me da coraje porque es un caso de injusticia descarada. Todos lo sabemos. Los tribunales lo saben. Los abogados lo saben. Los periodistas lo saben. Y los políticos lo saben, ellos más que nadie, tal vez. Y nadie hace una maldita cosa al respecto.
Mientras tanto, la gente de MOVE sigue sufriendo injustamente. Nos hace falta un movimiento en su apoyo para escribir un nuevo final a esta monstruosa injusticia.
Desde la nación encarcelada, soy Mumia Abu-Jamal.
Traducido por Amig@s de Mumia, México